Capítulo 112
Capitulo 112: ¿Llamarme tu Amor? ¡No Tienes Ningún Derechol
En la habitación 602 del Hotel Costa Azul.
Tan pronto como Santiago entró, los recuerdos de aquella noche Inundaron su mente. Valentina, con su vestido rojo ardiente y seductor, parecía estar justo frente a él en ese momento. Pero rápidamente, los ojos empañados por el alcohol de Santiago se aclararon.
La habitación estaba vacla, no habla nadie más que él.
Una sonrisa amarga se dibujo en los lablos de Santiago. Así que Valentina le había hechizado esa noche, dejando una huella profunda en su ser. ¡Y ella se habla ido tan despreocupadamente, sin dejar rastro!
Santiago se sentó en el borde de la cama. Sentirse más lúcido solo hacía que su corazón doliera
más, Asi que, sin pensarlo mucho, llamó a la recepción y pidió una botella de vino.
El recepcionista preparó el vino y lo llevó arriba. Aitana, quien habla estado esperando el
momento adecuado, pareció captar algo y siguló hasta el sexto piso.
-¡Ah…!
Aitana dejó escapar un grito de dolor, como si hubiera tropezado, cayendo de rodillas al suelo.
El camarero se volvió, justo a tiempo para ver a Aitana con una expresión de dolor en su rostro.
-Señorita, ¿está usted bien? -preguntó el camarero con cautela.
Aitana, fingiendo dolor, miró al camarero.
-Creo que me torci el tobillo, ¿podría ayudarme a levantarme…?
El camarero dudó un momento, viendo la botella en la bandeja, pero finalmente se acercó a
ayudar a Aitana. Mientras la ayudaba a caminar, no se dio cuenta de que una.gota de una
sustancia desconocida cayó en la copa de vino vacía.
El plan de Aitana había funcionado, y su pie milagrosamente «sanó».
-Gracias, ya puedo caminar.
Dijo Aitana con una sonrisa en su rostro, extremadamente cortés, pero con cálculos ocultos en
su mente.
Pronto, el camarero llevó el vino a la habitación 602.
La habitación estaba oscura: Santiago abrió el vino y llenó un vaso, bebiéndolo de un trago
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Después de varias copas, la botella estaba vacia, y el efecto del alcohol lo golpeó. La cabeza de Santiago giraba más que antes, y una sensación de calor invadió su cuerpo, un fuego ardia en su interior, subiendo hasta su garganta.
Santiago tragó saliva y se arrancó los botones de la camisa. A pesar de eso, no sentía que el calor disminuyera. En ese momento, la imagen de Valentina comenzó a aparecer en su mente. las escenas intimas de esa noche en la habitación 602 parecían reproducirse una y otra vez ante sus ojos.
De repente, se escucharon dos golpes en la puerta.
Parecía que el sonido había perturbado aquellas imágenes, las cuales desaparecieron.
Una sombra de disgusto cruzó la mirada de Santiago, quien acto seguido se levantó para abrir la NôvelDrama.Org owns all © content.
puerta.
Allí estaba, una mujer con un vestido rojo, mirándolo con aire lastimero…
-Valentina… -Santiago pronunció su nombre casi sin darse cuenta.
Aitana se quedó paralizada un instante. No le gustaba que el hombre frente a ella dijera el nombre de Valentina, pero luego pensó que, al ser confundida con Valentina por el señor Mendoza, podría jugar a su favor para lo que tenía planeado.
-¡Te ves mejor con ese vestido rojo!
Santiago seguía creyendo que la escena frente a él no era real.
Valentina había querido alejarse de él, ¿cómo iba a buscarlo voluntariamente?
Si era una ilusión, entonces no había necesidad de ocultar sus verdaderos sentimientos.
La mirada de Santiago era turbia y seductora.
Aitana se sintió atraída, a punto estuvo de llamarlo «don Santiago», pero pronto se dio cuenta de que Valentina no sabía la identidad del hombre frente a ella.
Tras pensarlo un momento, Aitana susurró con voz baja:
-Mi amor…
Santiago quedó perplejo.
¡Qué ilusión tan realista!
No me vas a dejar entrar?
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Parecia que Aitana temía delatar su verdadero yo, por lo que decidió ir directo al grano.
Santiago se hizo a un lado, y Aitana entró en la habitación. La penumbra del lugar le daba seguridad.
A la luz tenue, Aitana vio las botellas vacías sobre la mesa, lo que reforzó su determinación.
-Ven aqui, amor…
Imitando el tono de Valentina, Aitana hizo un gesto seductor hacia el hombre.
Un destello pasó por los ojos de Santiago, pero se disipó en un instante.
Él se acercó a ella.
Con las mejillas ya enrojecidas, Santiago llegó junto a Aitana, quien lucía triunfante y estaba a punto de lanzarse sobre él.
Pero antes de que pudiera tocarlo, una mano le agarró la nuca con una fuerza inmensa.
Aitana no tuvo tiempo de reaccionar antes de ser empujada contra la pared, su cara presionada
contra ella.
-¡Ah… mi amor…! -Aitana gritó de dolor.
Pensó que era una nueva jugarreta de señor Mendoza, pero lo que esperaba no sucedió. La mano que agarraba su cabello parecía castigarla por haber llamado «mi amor» a Santiago.
El tono del hombre era severo y lleno de desagrado.
-¿Llamarme tu amor? ¡No tienes ningún derecho!
Tras decir esto, Santiago la agarró del cabello, sin importarle sus gritos de dolor, y la arrastró sin piedad hacia la puerta, abriéndola y lanzándola fuera con una patada.