Chapter 15
Capítulo 15
La imagen del pequeño y hermoso rostro de Raquel, del tamaño de una palma, volvió a la mente de Alberto. Acababa de besarla; sus labios eran suaves y fragantes.
Cuando Ana intentó besarlo, Alberto giró la cabeza para esquivarla.
Ana no logró besarle y preguntó: -¿Por qué te escondes?
Alberto no sabía qué le pasaba. Ana era la mujer que le gustaba, y era normal que los hombres y las mujeres que se gustan se besaran.
Él no sentía que le gustara Raquel.noveldrama
Sin embargo, acababa de besar a Raquel, y el recuerdo de esa sensación de hormigueo aún perduraba. Como un hombre que valoraba la limpieza, realmente no podía aceptar tener relaciones con dos mujeres al mismo tiempo.
Se sentía físicamente incómodo, casi con repugnancia.
En ese momento, se oyó un golpe en la puerta, y la voz de Francisco resonó desde afuera: Presidente Alberto, el antídoto ha llegado.
¿Antídoto?
Ana se sorprendió; estaba drogada con un afrodisíaco, ¿y él había mandado buscar un antídoto? 1
Alberto le apartó las manos y se levantó.
Ana, enfurecida, cogió una almohada y la lanzó contra su rostro: -¡Alberto! ¿Realmente eres un hombre?
Ella se había ofrecido a él, incluso había usado drogas para animarlo, y aun así él se negaba a
tener relaciones con ella.
La almohada cayó de su rostro al suelo, y él la miró inexpresivamente: -Descansa temprano.
Dicho esto, se marchó a grandes pasos.
Ana quedó sin palabras.
¡Estaba realmente enojada!
Alberto entró en su estudio, parándose erguido junto a la ventana de vidrio, con sus largas piernas bien plantadas, cuando Francisco entró: -Presidente Alberto, la señorita Ana ya ha
tomado el antídoto.
Capitulo 15
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Alberto no se giró: -¿El antídoto para Villa Cielo Claro fue entregado?
Francisco respondió con respeto: -Envié a un asistente allá, pero cuando entró en
la habitación, estaba vacía. La señora Raquel ya se había ido.
Alberto giró ligeramente, sus guapos ojos y cejas se fruncieron, mientras apretaba los labios: -¿Dónde fue Raquel?
De hecho, Raquel no sabía que el hombre enviado por Alberto llevaba el antídoto para ella. 1
Francisco continuó: -Presidente Alberto, la señora Raquel fue recogida por alguien.
¿Recogida?
Ella había tomado una droga tan potente, ¿quién la recogió?
Alberto frunció aún más el ceño: -¿El que la recogió era hombre o mujer?
Francisco dudó: -Esto...
Alberto lo interrumpió con frialdad: -Olvídalo. No quiero escucharlo.
¿Qué importancia tiene si era hombre o mujer?
No le gustaba Raquel, estaban
por
divorciarse.
Que haga lo que quiera.
-Puedes retirarte, Francisco.
-Sí, presidente Alberto -Francisco hizo una leve reverencia y se retiró.
Alberto permaneció solo frente a la ventana. Levantó sus dedos largos y limpios para
desabrocharse la camisa, y entonces vio, reflejada en el brillante cristal, su prominente nuez
de Adán con una delicada marca de dientes.
Eso lo había dejado Raquel.
La memoria de Alberto lo llevó de vuelta a un reciente encuentro en Villa Cielo Claro, cuando Raquel se lanzó a morder su nuez de Adán. Después, como un gatito, se acurrucó en su regazo y la besó, dejando pequeños besos por toda su nuez de Adán.
Alberto, irritado, bajó la mirada a su propio reflejo. Desde aquel incidente en el baño, había pensado en ella varias veces.
Eso fue un accidente.
Que se sintiera deseo también fue un accidente.
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